cuento de la semana:

Se levantó de un salto. Salió corriendo de su habitación para  ver si ya por fin habían nacido los cachorros de Turca.  Encontró a la perra lamiendo cariñosamente a 5 bolas de pelo surtido entre el negro, el miel y el blanco. Quería tocarlos y pegarlos a su pecho pero recordó la advertencia de su mamá:"Sara: respeta a los cachorros porque te puede morder la perra". Estuvo ahí sólo mirando sin tiempo y sin prisa. Para cuando los demás despertaron, la pequeña niña tenía un sentido claro en su corazón del valor de la vida, la espera y la dedicación. Se sentía tranquila y contenta a la vez. Cuando se sentaron todos a desayunar, Federico tiró la leche sobre la mesa haciendo un desastre,  "mamá" se puso furiosa, a regañadientes limpió lo que pudo  y "papá" apenas y levantó los ojos detrás de la lap top. El pequeño Federico se sintió torpe y no aprendió a secar una mesa ni ha resolver un problema. Se quedó paralizado por dentro y por fuera  viendo los ademanes violentos  de "mamá".   No es eso lo que el alma de Sara   había aprendido esta mañana  se sintió triste y dejó  pasar el impulso de ayudar a su hermano a limpiar la mesa por temor a ser regañada gracias a  su iniciativa. Regresó  junto a su amada Turca y envidió la sabiduria de los perros. Ese día Sara no pudo relacionar aquel aprendizaje  de vida con la suya propia.